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Problemas de límites: el origen. Taller ON LINE 9 de mayo. De 18 a 19,30 h.

Precio: 20€ si te apuntas antes del 30 de abril, 25€ después.

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Siguiendo con el tema del taller anterior, del 4 de abril, quiero seguir incidiendo en el origen de las dificultades de niños y niñas para asumir la frustración, gestionar sus emociones e interesarse por los aprendizajes.

¿Quién pone los primeros límites? La respuesta es clara: La Madre.

Imaginemos una mamá perra, descansando. De repente un cachorrito de pocos días empieza a subirse en su cabeza, mordisquear sus orejas, la típica conducta de juego de un bebé mamífero que quiere explorar.

La madre hace un gruñido enseñando los dientes y que pasa? El cachorro lo entiende instantáneamente: “por ahí no!”. No hay trauma, no hay rencores, no quedan emociones guardadas esperando la ocasión para emerger.

Los humanos lo tenemos mucho mas difícil. Porqué?

Porque tenemos una mente que almacena recuerdos, traumas, emociones, convicciones, miedos…

Ese límite tiene que ver con la supervivencia. Si nadie le enseña que eso no, es posible que empiece a hacer esa misma conducta con otro perro que tal vez no tenga el instinto cuidador de la madre y su respuesta sea mucho más agresiva, puede que incluso lo mat

Si, en lugar de una perra fuese una hembra humana, es probable que pensase: "si le corto su impulso tendrá el mismo trauma que tuve yo en mi infancia".

Hablo de la madre porque es la primera relación, pero esa misma confusión también está en el padre y , con mucha frecuencia, en los adultos que los acompañan. En fin, que hacemos lo que podemos para hacerlo lo mejor posible.

Efectivamente, el primer ser que nos enseña los límites es la madre, en primera instancia sobre su propio cuerpo, el bebé estira sus pelos, “no!”, el bebé muerde el pecho, “no!”.

El deseo del niño es infinito, no tiene consciencia de ser algo separado del mundo, si ese deseo no es parado por otro, no tiene fin.

Jessica Benjamin, en el primer capítulo de su libro Los Lazos del Amor, explica muy bien como esa madre al mostrarse como un ser diferenciado, con su sensibilidad, con sus derechos, etc. ayuda al niño y la niña a “ver” al otro. A entender que ahí afuera hay seres como el, que sienten, que necesitan y que desean.

Boris Cirulnyc, en su libro El amor que cura, nos muestra como esa falta de límites convierte a los niños y niñas en el centro del mundo dificultando la reciprocidad en las relaciones i provocando, con frecuencia una gran agresividad hacia los seres mas cercanos y “responsables” de sus carencias.

 

Se trata de un largo proceso que empieza en el nacimiento y culmina, podríamos decir al final del primer septenio. Esos límites, que en primer momento de fusión se dan en el mismo cuerpo de la madre, luego se van a dar en la actividad de la madre. Por ejemplo, el niño o niña que no deja que su madre hable con otro adulto. Y no estoy hablando del descuido de cuando nos perdemos en conversaciones y los niños ahí, llamando la atención como pueden.

Entre el año de vida y el inicio de los tres, los niños y niñas aprenden hasta que punto controlan en esta nueva realidad. Exploran el ambiente con su cuerpo, los objetos, su propio cuerpo, los esfínteres, pero también prueban de controlar a los adultos.

Recuerdo una escena  en la que una madre iba a sentarse en un banco y la niña de dos años le dice: “no, aquí no, allí”. Si la madre obedece, se transforma en un agente del deseo del niño.

Si hay una necesidad real, obviamente, hay que atenderla, pero si cedemos a sus deseos sobre nuestras elecciones de ese tipo, les estamos diciendo, sí, soy tu sirviente, y ellos se convierten en los amos de nuestra vida.

Y ¿que pasara cuando encuentren a sus iguales, con los que no hay un pacto tácito de acompañamiento y ayuda, como la del adulto al niño? Pues que va a tener enormes dificultades para sentir y saber que ahí hay “un otro”. Un ser con los mismos derechos que él o ella y que merece nuestro respeto.

Baja tolerancia a la frustración, dificultades en el aprendizaje y su relación con la vivencia de los límites.


Las dificultades de los niños para relacionarse con sus iguales, de asumir la autoridad del adulto, para abordar nuevos aprendizajes suelen tener una relación con la forma en la que han vivido los límites en los primeros años de vida.


Por rechazar una educación represora hemos ignorado el valor de los límites y esto ha provocado una gran confusión.


Dar excesivo valor a su persona ya su mundo, ponernos por debajo y considerar sus necesidades por encima de todo, les ha hecho creer que son lo más importante del mundo. Y, en un inicio, debe ser así, el problema es cuando esta situación se alarga inadecuadamente.


Esto dificulta la construcción del otro, la comprensión que está rodeada de personas con necesidades, derechos y valores.


Por otra parte, hemos confundido libertad con no poner límites y de esta forma es muy difícil comprender la relación íntima entre libertad y responsabilidad.


En otros ámbitos les hemos dado una responsabilidad que no procede, debiendo decidir un montón de cosas que pueden resultar estresantes.
Y en el tema de la seguridad, en cambio, les hemos impedido la exploración del entorno por una excesiva proyección de nuestros miedos.


Todo esto ha provocado que tengan las dificultades antes mencionadas, cuyo origen podemos encontrarlo en esta confusión de los adultos.


Lo he expuesto de una forma un tanto pesimista y catastrófica y todos sabemos que cada niño y cada familia es un mundo.

  
La buena noticia es que esta situación puede revertirse, si ponemos atención, conciencia y disciplina (en el buen sentido).
Y es precisamente ésta la intención del taller online que haré el día 4 de abril de 6 a 8 de la tarde.


En este taller haré una introducción, profundizando en las causas de este hecho a partir de la psicología y de determinados referentes educativos y seguidamente daré paso a sus preguntas y reflexiones.


Si estás interesado o interesada, apunta antes del día 21 de marzo, y disfruta de un descuento.
Antes del 21 de marzo: 20€
Después del 21 de marzo: 25€
Si quieres apuntarte, escríbeme a nosomres@telefonica.net y te informaré de cómo hacer el pago.

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